Fútbol
El juez ve «insulso» el relato de Montse Tomé
La seleccionadora declara en el juicio que dejar fuera a Jenni Hermoso «no fue un castigo»
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Si hay dos temas que incomodan al juez central de lo Penal de la Audiencia Nacional que está juzgando a Luis Rubiales, Juan Manuel Fernández-Prieto, son los intentos de la Fiscalía de buscar contradicciones en el relato de los testigos y la derivada sobre las razones de que Jennifer Hermoso, presunta víctima de agresión sexual y coacciones, no fuese convocada al primer partido de la selección tras el Mundial de Sídney. Lo primero, ya lo ha ido dejando claro cada vez que la fiscal Marta Durántez preguntaba a pasajeros del avión que trajo a la expedición desde Australia dónde estaba sentado el seleccionador Luis de la Fuente y si participaba en las conversaciones con Rubiales. «Impertinente», «no estamos instruyendo», «estamos causando indefensión a una persona que no está presente», diría la semana pasada cortando diversas preguntas al respecto.
Del segundo, su malestar ya expresado anteriormente al intentar frenar preguntas que sondeaban a otras jugadoras sobre la ausencia de Hermoso en aquella ocasión, cobró ayer una nueva cota cuando la testigo principal de esa parte de los hechos, la seleccionadora Montse Tomé, compareció como testigo. El juez, como antes hiciera el magistrado que instruyó el caso, no ve relación entre el beso en el medallero y las coacciones posteriores para exculpar públicamente a Rubiales con la ausencia o no de la jugadora en el equipo. La Fiscalía, como la acusación popular que ejerce la AFE, apuntan a que su ausencia formó parte de las «consecuencias» de su negativa a defender al entonces presidente de la Federación. Y Tomé, entre preguntas que se anulaban, los «protesto» de la fiscal y los «pues proteste» del juez, acabó diciendo una frase redonda: «No fue un castigo, ningún castigo». «La decisión de no convocar a Jenni son temas deportivos y yo soy la absoluta responsable de eso junto con mi cuerpo técnico, son decisiones consensuadas», explicó, para negar que su predecesor en el cargo y acusado de coacciones Jorge Vilda (quien fuera de la sala lanzó ante los periodistas un agradecimiento a las jugadoras que, según dijo, le están mandando mensajes de apoyo) tuviese nada que ver, como tampoco Rubiales.
Sí que fue cosa de Vilda que ella acabase sentada en la Asamblea Extraordinaria que Rubiales convocó «a mayor gloria suya», diría la fiscal, el 25 de agosto para reivindicarse en el cargo. Él le dijo que tenía que asistir y ella «no» quería, «estaba de vacaciones». «Me llamó para decirme que tenía que estar y yo le dije que por qué si nunca había ido y me dijo que tenía que estar», relató. Confirmó con un «sí, mucho», que se sintió incómoda en aquel plenario.
Pero fuera de eso, ninguna intervención en sus decisiones deportivas. Cuando la AFE insistió, el magistrado ya rozaba el hartazgo: «Letrada, esas preguntas son absolutamente impertinentes para los hechos que estamos enjuiciando». Fue más allá: «¿Quiere que la peguemos para que diga lo que usted quiere?», planteó. A todo esto, uno de los letrados quiso saber del juez si seguiría el procedimiento habitual, por el que tras un turno de las defensas y la acusación, se puede repreguntar. «Sí, pero las declaraciones son bastante insulsas, señor letrado». Dejó claro así el valor que da al testimonio de Tomé.
Hoy se espera la prueba pericial y después, que declare Luis Rubiales.
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