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González Iglesias: «La poesía es mi vida, mi lenguaje, mi apuesta»

El salmantino recibe el Premio Castilla y León de las Letras 2024 con «una gran alegría»

'Nuevo en la ciudad nueva', de Juan Antonio González Iglesias: 'Suite' de un sueño napolitano

El poeta Juan Antonio González Iglesias, en Salamanca ICAL
Clara Rodríguez Miguélez

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La noticia de la concesión del Premio Castilla y León de las Letras 2024 ha pillado este miércoles a Juan Antonio González Iglesias de improviso, pero la sorpresa era buena. «Me han dado una gran alegría», confesaba poco más tarde, al teléfono. «Tengo la sensación bonita y rara de estar un poco fuera del mundo, como suelo oír que les pasa a otros con premios importantes». Filólogo latino, profesor en la Universidad de Salamanca o traductor, González Iglesias es primero poeta. «La poesía es mi vida», reconoce con sencillez. «Vivo poéticamente, es mi lenguaje y mi apuesta, como para otros lo es apostar al dinero o a la fama», compara. Eso sí, aunque «quizás no todo el mundo tenga que entregarse a ella de manera tan plena» sí que «la necesitamos todos», señala el escritor, defensor de su enseñanza en clase. Al fin y al cabo, hasta hace no mucho, subraya, la mayoría de personas eran educadas «poéticamente» y aprendían poemas «para amar o disfrutar la belleza».

El jurado destaca «la riqueza de su creación verbal y en la calidad y solidez de su poética, que lo consagran como uno de los grandes literatos actuales de Castilla y León», pero también atributos como su «profundo conocimiento de la Antigüedad grecolatina», cuyos ecos sabe hacer dialogar con la actualidad.

Grecorromanos «en lo esencial»

«Somos griegos y romanos en lo esencial», defiende González Iglesias. «En el día a día, los occidentales somos romanos, también en la manera de organizarnos; pero el gusto por la belleza o la filosofía, la curiosidad o el interés por el conocimiento son muy griegos, y sin ello nos quedamos en nada», sostiene. Se hace evidente, argumenta, cuando aparecen disonancias en forma de «occidentales un poco raros que no reconocemos como 'nuestros'». Sin querer dar nombres, el filólogo latino ejemplifica que en la actualidad se ven en dirigentes «comportamientos muy extraños que son poco civilizados, sin esa 'finura' griega». 

Ya en España, la herencia «no se ha interrumpido» ni siquiera en la lengua, un «latín evolucionado», a ojos del literato, que querría dar «más visibilidad» a las lenguas clásicas.

También autor del libro en prosa 'Historia alternativa de la felicidad', muchos poetas «queridos» se disputan la cabecera de este lírico al que a la hora de escribir mueven temas como la espiritualidad y el deporte, pero sobre todo el amor. Desde Lorca y Guillén hasta Pablo García Baena, María Victoria Atencia, el británico T. S. Eliot y su «favorito», Juan Gil-Albert, de la generación del 27.

Al agradecer el galardón, hace referencia a lo especial de verse reconocido en 'casa', algo que le habría encantado que vieran sus padres y que le hace concretar el valor personal que le da a los espacios. «Salamanca es mi lugar en el mundo, creo que a medida que cumplimos años valoramos más el valor añadido del reconocimiento en la propia tierra», remacha.

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