El miedo se instala en la clase política americana
Algunos diputados quieren la protección de agentes federales cuando se desplacen fuera de Washington a sus respectivos distritos
Barack Obama fue el candidato presidencial que con mayor antelación en una campaña por la Casa Blanca solicitó la protección que el Servicio Secreto facilita desde el asesinato de Robert Kennedy. Tras el tiroteo de Arizona, los parlamentarios federales de Estados Unidos también se están planteando medidas adicionales de seguridad durante el desempeño de sus funciones fuera de Washington.
Mientras trabajan en la sede del Congreso, senadores y diputados se encuentran bajo la protección de una fuerza especial -la Policía del Capitolio- que tras el 11-S ha aumentado sus efectivos y recursos. Aunque los altos cargos del Congreso disponen de escolta permanente, el resto carece de servicio de seguridad pese a un tráfico permanente de acoso a través de llamadas de teléfono, correos electrónicos y cartas. Con un aumento del 300 % en amenazas de muerte durante el debate de la reforma sanitaria, según datos del FBI.
Además de múltiples ataques y actos vandálicos contra oficinas de parlamentarios, al menos dos individuos se encuentran en estos momentos cumpliendo penas de cárcel por amenazas contra congresistas que votaron a favor de la ley sanitaria impulsada por Obama. Ante la tragedia de Arizona, la Policía del Capitolio ha sugerido a los miembros del Legislativo federal que adopten "precauciones razonables y prudentes en relación con su seguridad personal".
Protección para los congresistas
Diputados como Jason Chaffetz, republicano de Utah, han empezado a plantear que el servicio de "marshalls" que también custodia a jueces federales ayude a la protección de los congresistas cuando estén fuera de Washington. Aunque esa opción no sirviese de mucho al magistrado-jefe John Roll, entre las víctimas mortales de la matanza de Arizona. Según Chaffetz, la Policía local de cada jurisdicción también podría desplegar efectivos en reuniones con votantes.
Otros legisladores han reaccionado señalando la dificultad que representaría una redoblada seguridad para el desempeño de sus funciones políticas. Además de la imposibilidad y coste prohibitivo que supondría facilitar escolta permanente a los 535 miembros de las dos Cámaras del Congreso. Según ha comentado Mike Capuano, demócrata de Massachusetts, lo peor que pueden hacer sus colegas en estos momentos es cambiar su estilo de vida: "Todos sabemos que hay locos sueltos".
Raúl Grijalva, diputado demócrata por Arizona como la tiroteada Giffords, ha recordado que los dos habían hablado sobre el acoso que sufrían: "Pero seguimos adelante porque pensábamos que esos actos de intimidación eran algo aislado. Desgraciadamente, a partir de ahora todos vamos a tener que tomar más precauciones".
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