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El euro, 25 años después: la moneda de 20 países y de cerca de 350 millones de personas

El dinero en euros representa hoy casi una quinta parte de las reservas de divisas conocidas en el mundo

El BCE pasa a la fase de preparación para poder implantar el nuevo euro digital

Christine Lagarde, presidenta del BCE, junto a Mario Draghi, su predecesor reuters
Rosalía Sánchez

Rosalía Sánchez

Corresponsal en Berlín

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Cuando el euro se introdujo como moneda contable, el 1 de enero de 1999, para 11 de los entonces 15 Estados de la UE, muchos europeos no daban un duro por él. Una generación antes habría sido, sencillamente, impensable. Los 50 años de esfuerzos por un futuro de cooperación para los europeos, tras la Segunda Guerra Mundial, se vieron coronados por su advenimiento. La existencia de la moneda única europea no ha cambiado el dominio del dólar, como esperaban los más ambiciosos, pero el euro ha arraigado en el segundo puesto del escalafón global de las monedas y se ha consolidado, no sólo como valor seguro, sino también como modo de vida monetaria de 20 países y cerca de 350 millones de personas. El dinero en euros representa hoy casi una quinta parte de las reservas de divisas conocidas, con el dólar dominando en alrededor del 60%. Y, sin embargo, el decisivo será el próximo cuarto de siglo.

El principal peligro que acecha es la inmensa deuda de las economías del euro, los niveles de deuda superiores al 100% de la producción económica, de países como Grecia e Italia, pero Francia, y otras economías al límite como la española, tienen el potencial de socavar el valor intrínseco de la moneda, especialmente si los pasivos continúan creciendo sin control.

En las próximas décadas es probable que Europa se vea implicada en una lucha a diferentes niveles con una Rusia imperialista que exige enormes recursos, tanto intelectuales como financieros. Sin una distribución justa de los costes y sin la garantía de los valores comunes, la base del euro puede sucumbir a la presión y sus enemigos no dudarán en utilizar esa grieta.

Hasta su lanzamiento definitivo, el euro se utilizó inicialmente de forma electrónica, como moneda de liquidación junto con la peseta, el marco alemán, la lira, el chelín y compañía. El 1 de enero de 2002, estas monedas nacionales desaparecieron y el euro se puso en circulación en billetes y monedas. Esa noche pudimos sacar de los cajeros automáticos los primeros billetes del euro y esa noche se celebró una gran fiesta en la sede del Banco Central Europeo de Fráncfort.

500 euros

El billete de 500 euros fue apodado como 'el invisible', y dejó de producirse en el ejercicio 2019. Llegó a haber 60,6 millones de estos billetes en circulación y la mitad de los que quedan están en España

El entonces presidente, Wim Duisenberg, se fotografió con un precioso bebé de pocos meses en brazos: «Esta es la generación del euro, cuyo crecimiento y trayectoria correrá ligada a la progresiva madurez de nuestra moneda». Ahí comenzó el quebradero de cabeza de las multiplicaciones. En nuestro caso, un euro equivalía a 166,386 pesetas y tuvimos que hacer un esfuerzo adicional al hacer la compra. Para los alemanes fue algo más sencillo, un euro igual a dos marcos, pero muchos alemanes desconfiaban de esa nueva moneda de futuro incierto y siguieron guardando los viejos marcos debajo del colchón, por si acaso.

El siguiente presidente del BCE, Jean Claude Trichet, seguía repitiendo en cada discurso, con la intención de tranquilizar a los germanos, que «sólo tenemos una aguja en la brújula: garantizar la estabilidad de los precios», un concepto que definía como «garantizar que la inflación se mantenga baja, estable y predecible». La actual definición sigue fiel al estatuto fundacional: el BCE considera que su objetivo de precios estables se alcanzará a medio plazo con una tasa de inflación del 2% y esa es su tarea fundamental, pero las sucesivas crisis han ido moldeando el trabajo en la Eurotower.

Una moneda que todavía aguanta

BCE: cuatro presidentes

El BCE ha tenido tres presidentes desde su fundación: el holandés Wim Duisenberg (06/1998-11/2003), el francés Jean-Claude Trichet (11/2003 -10/2011), y el italiano Mario Draghi (11/2011 - 10/2019). Desde 2019 hay por primera vez una presidenta, Christine Lagarde.

Navegando en crisis

Desde el 11-S y el estallido de las puntocom, en los albores de la moneda única, las crisis han sido una constante en su historia: la crisis financiera, la crisis de la deuda, la guerra en Ucrania... todas ellas han puesto a prueba la solidez del euro, que por ahora aguanta.

La crisis financiera de 2007/2008 tuvo los efectos de una neumonía para la moneda infante y el BCE hubo de asumir desde noviembre de 2014 otra tarea importante: monitorear directamente a los grandes bancos para garantizar la solidez del sistema. La última lista de supervisión incluye 110 instituciones, que representan más del 80% del mercado.

La siguiente gran crisis fue la de la deuda, que en el verano de 2012 hizo saltar por los aires la prima de riesgo española y que el entonces presidente atajó con una frase que situó al euro en un nuevo nivel de su potencial: «Haremos tanto como sea necesario». Ese mismo conjuro se ha utilizado después en sucesivas crisis, como la de la pandemia. «Nuestra unión monetaria ha sido puesta a prueba varias veces en los últimos 25 años», dice la actual presidenta del euro, Christine Lagarde, con motivo del aniversario, que «en un mundo más impredecible» mete prisa la integración de los mercados de capitales.

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