¿ADULTOS?

Uno de los argumentos más desgastados por sabios, necios e indecisos es la necesidad de proteger a los niños del monstruo catódico, dado que no tienen desarrollado el espíritu crítico. Éste, sin embargo, es lo más parecido a las muelas del juicio, porque basta estudiar los programas favoritos de los adultos para comprender quién necesita auténtico amparo.

Piensen además que muchos de quienes ahora hacen televisión pertenecen a la generación protegida, a la que creció bajo el paraguas de los dos rombos y disfrutó de una programación infantil de verdad, con payasos, globos y hasta una bola de cristal.

En el futuro caben dos posibilidades: o la raza degenera de forma inexorable y cualquier remedio es inútil, o nada escapa a los designios del péndulo de la historia y los niños de hoy serán excelentes educadores del mañana. Ellos saben como nadie lo que no se debe hacer a un chaval y, si hubieran podido votar, a buen seguro el mundo no estaría en vilo por saber si el dólar caerá de cruz.

A propósito, TVE anduvo fina de reflejos y retiró el sábado de su parrilla de sobremesa, en el último minuto y de contraprogramación injusta, la película «La buena estrella», obra maestra de Ricardo Franco pero discutible forma de pasar la tarde en familia. No es que «Oficial y caballero», que sí ofreció Telecinco, fuera la alternativa más adecuada, pero esa es otra historia.