OTRA VEZ EL TRAGO DE LA COPA

Todo que perder y nada que ganar. Sevilla y Betis obligados a jugar nuevamente a la ruleta rusa en esta Copa del Rey que ya ha dejado en la cuneta a más de un Primera y que alterará los pulsos de la tesorería tanto de los favoritos como de las posibles víctimas porque la desigualdad que puede haber entre los contendientes se ve compensada, y de qué forma, por el partido único, en campo del inferior, ambiente de gala y ese sueño siempre soñado y muchas veces realizado de que los pequeños David acaben con los grandes Goliat para que la Copa, eso dicen, adquiera dimensión igualitaria en esta deportiva lucha de clases y a ver qué pasa.

Pero como las cosas son como son y no como quisiéramos que fueran, no queda otro remedio que afrontar el trago que siempre será amargo, salvo victoria, para el, en teoría, favorito, y, a la inversa, puede ser el más dulce del año para aquel que tumbe al rival más poderoso. Partidos estos que se temen tanto porque no hay posibilidad de rectificación y que ansían igualmente tanto los rivales por lo que puede suponerle una victoria histórica, una taquilla jugosa y la posibilidad de tener otra más en la cartuchera si aciertan con el tiro de gracia de la muerte súbita.

Ya Joaquín Caparrós ha advertido, en símil taurino, el toro que van a lidiar y hasta ha profetizado, muy en su papel constante de que nadie se duerma ni un segundo del encuentro hasta que no esté resuelta la eliminatoria, que caerán equipos de Primera en este nuevo lance de la misma forma que ya lo hicieron en aquella primera ruleta. En el Betis, Lorenzo Serra maneja las mismas inquietudes porque sabe que todo juega en contra y, además, sumándole en este caso concreto, la rivalidad regional para que no falte nada al guiso. Los jugadores ya saben que hay que jugar con la intensidad de saber que no hay posibilidad alguna de rectificación. Y tirar por la borda una competición que es la más corta para conseguir un título sería un despropósito deportivo y económico. Así que...

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