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La 'declaración de Tokio' pone de manifiesto la identidad de intereses geopolíticos de norteamericanos y nipones

ENVIADO ESPECIAL,Estados Unidos y Japón coinciden, en la ya llamada declaración de Tokio, en que las negociaciones Este-Oeste, en Ginebra, sobre reducción y control de armas nucleares, "no deben sacrificar la seguridad en la zona asiática", que hay que apoyar la mejora de la cooperación militar entre ambos países y que es necesario proclamar la necesidad de estabilizar la seguridad de la península de Corea.La gira de Ronald Reagan por Japón ha servido para reforzar los lazos entre Washington y Tokio en el contexto de unas relaciones bilaterales definidas por Reagan como "las más importantes del mundo". Para el primer ministro japonés, Yastihiro Nakasone, con probable cita electoral el 18 de diciembre, la presencia de Reagan puede ser positiva, al mostrar ante su electorado que el coloso norteamericano es sensible a la importancia de Japón.

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Reagan y Nakasone dieron lectura al comunicado de la declaración de Tokio con textos separados, en los que matizan ciertas divergencias de orden comercial, pero en los que coinciden en el objetivo global: reforzar la cooperación defensiva entre Estados Unidos y Japón. "Reafirmamos" dijo Nakasone, "que las negociaciones sobre armas nucleares de alcance medio no se realizarán en sacrificio de la -región asiática, sino, en términos globales, teniendo en cuenta la seguridad asiática". Estados Unidos, según corroboró por su parte Reagan, "no tomará ninguna decisión en materia de armas nucleares que pueda tener efectos adversos en Asia".

Reagan y Nakasone coincidieron también en las relaciones bilaterales de seguridad, en las que "los 45.000 soldados norteamericanos en Japón no sólo son esenciales para la seguridad de Japón, sino también para contribuir a la paz y la prosperidad en Asia y en el Pacífico", según Reagan. Estados Unidos presiona para que Japón dedique más presupuesto a la defensa -originando críticas internas y temores entre los Estados vecinos ante un eventual rearme de Japón- con destino a un mejor control de las rutas de navegación en Asia.

Con la mente puesta en la futura visita de Reagan a China, en la primavera de 1984, y en la condena del atentado de Rangún (Birmania) contra dirigentes de Corea del Sur, Reagan y Nakasone acordaron una mayor cooperación para contribuir a salvaguardar "la paz yla estabilidad en la península de Corea".

En un plano más general, Nakasone, en una confirmación total de su política exterior pronorteamericana, reconoció las "responsabilidades globales" de Estados Unidos, apoyando "el papel que juega la fuerza multinacional pacificadora para la estabilización en Líbano". La situación en Centroamérica y en Filipinas fue también asunto tratado entre Reagan y Nakasone, así como por los ministros respectivos en sus análisis de la política internacional.

En el curso de una cena de gala ofrecida por el emperador Hirohito a Reagan y a sus acompañantes, el presidente de EE UU destacó la importancia económica y política de Asia, en general, y de Japón, en particular, definiéndolo como "la nueva frontera" del mundo.

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