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Tae Yi oye una melodía familiar que llena los pasillos vacíos y se dirige a la vieja sala de música. Sabe que su hermano está muerto, pero no puede evitar la esperanza de que, tal vez, sólo tal vez... sea su hermano tocando su canción favorita. Sin embargo, cuando abre la puerta de golpe, encuentra a Se Heon, el nuevo estudiante transferido, al piano. La decepción se desata y Tae Yi no puede controlar su ira. ¿Cómo se atreve Se Heon a tocar la canción de su hermano? ¿Cómo se atreve a sonreír? ¿Cómo se atreve a decir que le encanta el jazz? "Si alguna vez te vuelvo a pillar tocando el piano... será tu fin". Y con eso comienza la historia de Tae Yi y Se Heon, tan impredecible y visceral como el jazz.